Ah, qué tragedia. Qué escándalo. Qué decepción. La Feria de este año fue un absoluto fracaso… según aquellos expertos en criticar desde la comodidad de su sillón y que, obviamente, no pisaron ni un solo metro del evento.
Porque claro, lo del “incendio” fue catastrófico: tres focos quemados. ¡Tres! ¿Cómo se atreven a llamarlo feria con semejante descontrol? El apocalipsis total. Y ni hablar del caos vial inexistente, los “accidentes” que nunca ocurrieron y el desorden que nadie vio.
El alcohol corrió descontroladamente… ah, no, espera, resulta que no hubo venta indiscriminada y que todo estuvo regulado. Pero qué lástima, seguro algunos ya estaban listos para culpar a la Feria de todos los problemas de la ciudad.
Y lo de la taquilla, ¡qué horror! Gente amontonada porque todos querían entrar. ¿Cómo se les ocurre tener una feria tan buena que la gente se desespera por estar ahí? ¿Qué sigue? ¿Que la gente disfrute demasiado?
Y, por supuesto, el escandalazo del pleito que sacudió la feria: tres gordos borrachos peleando por su derecho a cagar en el baño. Una vergüenza internacional. La ONU ya está considerando intervenir.
Pero bueno, ni modo, mis queridos críticos profesionales de Facebook y WhatsApp. La Feria fue un éxito rotundo. Y mientras algunos se retuercen buscando algo que criticar, los demás simplemente disfrutamos. Será para la otra… si es que logran encontrar algo real de qué quejarse.
