· 10 meses pasaron para que 28 cadáveres fueran enviados a la fosa común.
· Con una capsula del tiempo, los muertos que nadie reclama quedan sepultados en los pasillos del panteón jardín de Tapachula, de Mazatán y Suchiate.
· Hay personas que después de 2 o 5 años son reclamados.
TAPACHULA, CHIAPAS. 28 cadáveres víctimas de accidentes de tránsito, homicidios dolosos, adictos a las bebidas alcohólicas, que se encontraban en el frigorífico del Servicio Médico Forense, fueron enviados a la fosa común de los municipios de Mazatán, Tapachula y Suchiate.
Los peritos de la fiscalía de distrito fronterizo, con el apoyo de trajes, cubrebocas y guantes, llegaron desde la mañana al SEMEFO que se ubica en el Ejido Álvaro Obregón, sacaron los primeros 3 cuerpos del frigorífico para ser subidos a una camioneta y ser trasladados al Panteón de Mazatán.
Se trata de tres cadáveres del sexo masculino, un indigente, un atropellado y un homicidio que, a lo largo de diciembre a agosto, estuvieron a la espera de ser reclamados por sus familiares, pero nadie llegó, nadie se preocupó por llevarlos al panteón y darle una cristiana sepultura.
Los cuerpos se encontraban en las bolsas, donde el medico legista realizó detalle a detalle, los datos de cuerpo, el lugar de donde fueron levantados y colocados en una capsula del tiempo, y después en un mapa referenciado para la localización del cuerpo en caso de que algún día aparezcan los familiares.
Tras varios minutos de transito vehicular, al llegar al panteón municipal del Mazatán, el olor impregna todo el lugar hasta provocar vómito, en 6 empleados contratados por el Ayuntamiento para excavar la tierra, abrir una tumba para enterrar uno a uno los cuerpos.
El mismo procedimiento se realizó en Tapachula, donde se encontraban 17 cadáveres, de los cuales 7 pertenencia a la Fiscalía de Atención a Migrantes y 10 a la Fiscalía de distrito, 6 eran indigentes y 11 personas atropelladas, asesinadas o abandonados en el hospital general.
En Tapachula, la alcaldesa ordenó el apoyo para poder llevar el cuerpo a una tumba, donde quedó un cuerpo que nadie reclamó, que no tuvo familia, o quizás era de otro estado de la república y los 7 posibles centroamericanos.
En las próximas horas se llevarán 8 cuerpos al municipio de Suchiate, de los cuales solo dos son indigentes, dos atropellados y 5 homicidios dolosos, solo se espera que la presidenta municipal otorgue el apoyo para poder llevar los cuerpos a la fosa común.
Cada uno de los cuerpos enterrados en estos panteones llevan una secuencia, siempre queda la esperanza de que más delante alguno de esos cadáveres anónimos sea también encontrado por un ser querido.
En el panteón Jardín, en los últimos años se han enterrado más de 4 mil personas no identificadas, en esta administración estatal, se ha optado que los cadáveres olvidados, sean llevados a los panteones de los municipios donde fueron localizados.
La fiscalía de distrito fronterizo tiene un registro de cada entierro en la fosa común, que data desde 1990 hasta el 2020, aunque han pasado 30 años, es difícil que un cuerpo sea buscado por sus familiares.
Tapachula cuenta con una morgue equipada, El camino hacia la fosa común comienza en el Servicio Médico Forense, ubicado sobre la carretera Huixtla – Tapachula, antes de llegar al entronque a Mazatán, inaugurado hace apenas 5 años, que poco a poco esta administración ha ido equipando.
Todas las instalaciones lucen limpias y ordenadas, incluyendo el área donde se manipulan los cadáveres, donde se percibe un olor entre formol y sangre fresca, pero mucho más tolerable de lo que se podía soportar cuando el SEMEFO se encontraba en el interior del Panteón Jardín de Tapachula.
En el nuevo SEFEMO, los cuerpos pueden estar hasta un año, sin ningún problema, pero debido a la saturación con 28 cadáveres, las autoridades decidieron que era hora de llevarlos a descansar en una fosa común, pero antes se le toman sus registros dentales, junto con sus fotografías, huellas dactilares, muestras biológicas y revisión antropológica, se conservarán en la capsula del tiempo.
Desde hace 5 años, una caravana de madres centroamericanas arriba a Tapachula y en todo México, es ahí donde sirve el control de entierro en la fosa común, donde buscan a sus seres queridos que ya no regresaron a su lugar de origen y en estos panteones han sido exhumados más de 5 cadáveres que regresaron con sus familiares.
Para poder entregar los restos de los olvidados, las autoridades emiten el certificado de defunción y se entrega a sus familiares, caso contrario, se arma un registro de antropología, odontología, dactiloscopia y fotografía del cuerpo, recabando toda la información que ayude a su posterior identificación.