En Tuxtla Chico, los ciudadanos enfrentan un trato indigno y una administración ineficiente encabezada por el alcalde priísta Julio Gamboa. Mientras el edil disfruta de una vida de lujos con recursos públicos, los habitantes de este municipio chiapaneco padecen una serie de abusos y negligencias, especialmente al intentar cumplir con el pago del impuesto predial.
El sistema implementado por el ayuntamiento para el cobro de este impuesto, parece más una burla que un servicio. Los contribuyentes deben llegar desde las tres o cuatro de la madrugada para obtener una ficha que les permita pagar, ya que el número está limitado a solo 60 personas por día. Este proceso denigrante obliga a los adultos mayores a soportar largas horas de espera en condiciones inadecuadas, exponiéndolos a los rigores de la madrugada.
El trato es aún más ofensivo cuando, a partir de las seis de la mañana, los encargados apenas comienzan a repartir las fichas, mientras que los funcionarios que realizan los cobros se presentan hasta las ocho. Entre charlas, café y búsqueda de sus herramientas de trabajo, los trámites inician a las nueve, evidenciando una falta de consideración y eficiencia administrativa.
Este sistema no solo es arcaico, sino que parece intencionado. Al limitar el número de contribuyentes que pueden pagar en enero, se priva a muchos de obtener el descuento por pronto pago, lo que podría interpretarse como un intento deliberado del alcalde para obtener mayores recursos sin beneficios para la población.
A esto se suma el colmo de la desorganización: durante los primeros días de esta semana, el sistema dejó de funcionar, dejando a decenas de personas que madrugaron sin poder realizar su pago.
La situación en Tuxtla Chico refleja una gestión que no está a la altura de las necesidades de sus ciudadanos. Resulta inaudito que, en pleno siglo XXI, un municipio tenga que operar con métodos propios de épocas pasadas, evidenciando una falta de voluntad y capacidad para modernizar sus procesos.
Es imperativo que el alcalde Julio Gamboa y su equipo reconsideren sus prioridades, dejando a un lado el lujo y la comodidad, y se enfoquen en ofrecer servicios dignos y eficientes a los habitantes de Tuxtla Chico, quienes merecen ser tratados con respeto y consideración.
