Mapastepec, Chiapas. La tranquilidad de la madrugada se rompió a las 00:45 horas en la Avenida Francisco Sarabia Sur.
Un rugido de motores a toda velocidad irrumpió en el silencio, seguido por una ráfaga de disparos que resonaron como un presagio de muerte.
A lo lejos, una explosión —al parecer de un artefacto similar a un lanza-granadas— encendió la noche con su fulgor.
Los habitantes, acostumbrados a la incertidumbre de una región marcada por la violencia, buscaron refugio. Algunos se ocultaron bajo sus camas mientras el eco de los disparos y el rechinar de llantas parecía no tener fin.
Uno de los vecinos, con voz aún temblorosa, relató los angustiosos minutos que siguieron.
Dos camionetas intercambiaron disparos en una feroz persecución que culminó en llamas y muerte. Cuando el estruendo cesó, la escena que quedó fue aterradora: dos cuerpos sin vida yacían en la calle junto a vehículos incendiados.
A pesar de los desesperados llamados al número de emergencias, las autoridades tardaron dos horas en llegar. Finalmente, fue la Armada de México la que tomó control de la zona. Y el enfrentamiento fue entre bandas delictivas.
Las víctimas, dos hombres jóvenes, vestían ropa táctica negra y pañuelos con estampados de calavera intimidantes.
Uno de ellos portaba botas y un pañuelo con una calavera; el otro, además, tenía un tatuaje que rezaba: “No le tengamos miedo al mundo, todo lo tenemos”. Uno fue identificado como Alberto Efraín Méndez Amaya; el otro permanece en calidad de desconocido.
Los vehículos calcinados quedaron bajo custodia de la Fiscalía de Distrito Costa, mientras las investigaciones apenas comienzan.
En la costa de Chiapas, donde las disputas por el control del territorio están marcadas por el narcotráfico y el tráfico de migrantes, esta escena se suma a la larga lista de episodios de violencia que mantienen a los habitantes en una constante zozobra.
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